martes, 14 de diciembre de 2010

MERCADILLO LA VIRGINIA MARBELLA 2010

MERCADILLO LA VIRGINIA MARBELLA 2010
La Virginia abrió ayer sus puertas al tradicional mercadillo que instala dos veces al año
El núcleo acoge puestos de los vecinos y de algunos comerciantes con una oferta variada y artesanal.
El acontecimiento se celebra en un entorno idílico y entre una frondosa vegetación.
La cita, que se desarrolla desde hace 36 años, congregó a cientos de personas
Muchos ciudadanos aprovecharon para adelantar algunas compras navideñas
Los que acuden al tradicional mercadillo que organizan los vecinos de la urbanización La Virginia dicen que no es un rastrillo cualquiera, sino más bien un evento social al que casi nadie quiere faltar. La cita tiene lugar desde hace 36 años en las plazas y callejuelas de este núcleo residencial, el primero que se construyó en la ciudad al estilo andaluz. Desde entonces el acontecimiento se desarrolla fiel a sus orígenes. «Ha cambiando muy poco», reconoce Terek Wildman, mientras curiosea uno de los más de medio centenar de puestos que llenan las calles. En ellos, comparten espacio las piezas de artesanía con las antigüedades y los juguetes con las velas o la ropa, sin olvidar la degustación de platos y bebidas internacionales. El 'stand' de Irina Andrey tuvo mucho éxito. Los manjares preparados a base de salmón ahumado y marinado por esta ucraniana, que trabaja en una de las casas de la urbanización, casi se agotaron a media mañana.
Algo parecido sucedió en el puesto de Clara Revuelta, que a las espaldas de su vivienda montó, junto a una amiga, un tenderete con auténticas delicias para el paladar, pese a que ninguna de ellas se dedica profesionalmente a los fogones. «Llevamos desde las cuatro de la madrugada cocinando, pero nos gusta. Si no, no repetiríamos año tras año», comentó esta vecina de La Virginia, al tiempo que devolvía el cambio a Francisco Martín, un asiduo del mercadillo que se celebra dos veces al año, en primavera e invierno. 
La vieja guardia
«Un vecino dijo: 'sé hacer un puding buenísimo'; otro comentó: 'pues yo tengo ropa que ya no me pongo' ... Y así, cada uno aportó lo que tenía o sabía hacer», aseguró Dogan, quien reconoció, no obstante, que en la actualidad las puertas del mercadillo se abren a algunos comerciantes profesionales que pagan un canon a la comunidad. Es el caso de Raquel Levy, una artesana de joyas que vendió sus diseños por primera vez en la urbanización. «No esperaba tanta afluencia, ya he amortizado con creces lo que he pagado por el puesto», valoró. Y es que ayer no se podía dar un paso por la urbanización. Como el propio Dogan no se cansa de repetir: «La vieja guardia de Marbella se ve en el mercadillo de La Virginia». 
J.A. MOYA.

1 comentario:

  1. Ambiente familiar
    La nota tierna la pusieron tres niñas que, sentadas en un banco, hicieron sus primeros pinitos como vendedoras. Un cartelón avisaba al cliente: '50 céntimos por bombón'. «Todavía no hemos vendido muchos porque la gente no ha comido. Seguro que haremos más venta esta tarde», apuntó con desparpajo una de las pequeñas.
    El rastrillo se desenvuelve en un entorno idílico, con los expositores colocados a las puertas de las viviendas y entre una frondosa vegetación. El presidente de la comunidad, Alejandro Dogan, al que todos conocen cono el alcalde, explicó que la iniciativa nació de forma casual.

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